CANCIONES Y POEMAS DE MI ESCUELA




CANCIONES

MONTAÑAS NEVADAS

La letra de esta canción es quizá la única de firma femenina que aparece en los cancioneros de juventudes, y su aparición se remonta al año 1945. La letra se debe a Pilar García Noreña, y la música a Enrique Franco Manera. Apareció en el "Cancionero falangista" del citado año.

La mirada clara, lejos,
y la frente levantada,
voy por rutas imperiales
caminando hacia Dios.
Quiero levantar mi Patria,
un inmenso afán me empuja,
poesía que promete
exigencia de mi honor.
Montañas nevadas,
banderas al viento,
el alma tranquila.
Yo sabré vencer.
Al cielo se alza
la firme promesa,
hasta las estrellas
que encienden mi fe.
José Antonio es mi guía
y bendice Dios mi esfuerzo;
cinco flechas florecidas
quieren alzarse hacia Dios.
Renovando y construyendo,
forjaré la nueva historia;
de la entraña del pasado
nace mi Revolución.
Montañas nevadas ...


CARA AL SOL

Cara al sol con la camisa nueva
que tú bordaste en rojo ayer,
me hallará la muerte si me lleva
y no te vuelvo a ver.

Formaré junto a mis compañeros
que hacen guardia sobre los luceros,
impasible el ademán,
y están presentes en nuestro afán.

Si te dicen que caí,
me fui al puesto que tengo allí
Volverán banderas victoriosas
al paso alegre de la paz
y traerán prendidas cinco rosas:
las flechas de mi haz.

Volverá a reír la primavera,
que por cielo, tierra y mar se espera.
Arriba escuadras a vencer
que en España empieza a amanecer

España una
España grande
España libre
Arriba España

PRIETAS LAS FILAS

Esta canción es el himno del Frente de Juventudes desde sus primeros tiempos. En ella se habla de la hermandad y camaradería que debe caracterizar a todo miembro de la Organización, a la vez que se canta las metas e ideales de la Juventud.
Fue recogida por primera vez en el Cancionero "Himnos y Canciones", aparecido en 1942. Su letra es de J. Villanueva y la música de A. Cabañas

Prietas las filas,
recias, marciales,
nuestra escuadras van
cara al mañana
que nos promete
Patria, Justicia y Pan.
Mis camaradas fueron a luchar,
el gesto alegre y firme el ademán;
la vida a España dieron al morir,
hoy Grande y Libre nace para mí.
Lánzate al cielo, flecha de España,
que un blanco has de encontrar;
busca el Imperio, que ha de llevarte
por cielo, tierra y mar.
Ya las banderas
cantan victoria
al paso de la paz;
y han florecido,
rojas y frescas,
las rosas en mi haz.

ISABEL Y FERNANDO

Himno de las JONS de Valladolid. Existen varias versiones de la letra de este himno.

En pié, camaradas, y siempre adelante,
cantemos el himno de la juventud,
el himno que canta la España gigante
que sacude el yugo de la esclavitud.

De Isabel y Fernando
el espíritu impera
moriremos besando
la sagrada bandera.

Nuestra España gloriosa
nuevamente ha de ser
la nación poderosa
que jamás dejó de vencer.

El sol de justicia de una nueva era,
radiante amanece en nuestra nación.
Ya ondea en el viento la pura bandera
que ha de ser el signo de la redención.

Con el brazo extendido
y la frente elevada,
trabajemos unidos
en la empresa sagrada.

La bandera sigamos,
que nos lleve a triunfar,
y, sobre ella, juremos
no parar hasta conquistar.

SI UN CAMARADA FALANGISTA


Canción de marcado corte jonsista, que conoce diferentes versiones. Recogemos aquí estrofas del "Cancionero" de Valencia de 1953 y del cancionero "Marchas y montañismo" de 1943. Su aparición se remonta a los primeros días de nuestra guerra.

Con mi camisa azul, gentil y postinera
el yugo y las flechas por blasón,
al cinto una repleta cartuchera
y al hombro el pesado mosquetón.
Allá va por la ancha carretera
un apuesto y gallardo mocetón
a defender, a defender a la bandera
de Falange Española de las J.O.N.S.
Si un camarada falangista
quiere ganar gloria y honor,
ha de luchar como un valiente
en las milicias de las J.O.N.S.
A vencer, a luchar, a morir
contra el falso y cobarde Lenin.
Que está en las J.O.N.S., sin discusión,
la juventud de más valor de la nación,
que al pelear, sin vacilar,
sabe luchar, sabe vencer, sabe morir,
pero también sabe matar.

HIMNO DE LA JUVENTUD CATÓLICA

Juventudes Católicas de España,
galardón del Ibérico solar
que lleváis en el fondo del alma
el amor del más tierno ideal.
Juventud primavera de la vida
Español que es un título inmoral
si la fe del creyente te anima
su laurel la victoria te dará.
Llevar almas de joven a Cristo
Infundir en sus pechos la fe,
ser apóstol o mártir acaso
mis banderas me enseñan a ser
Por bandera y símbolo
la Cruz redentora
que infunde en el ánimo
sombra protectora.
Paz en el espíritu
y sentir el corazón
lleno de esperanza
de firmeza y decisión.
LLeno de esperanza
con el triunfo del amor.
Heredero del historial Hispano
Paladin, soy cruzado de la fe
Caballero español y cristiano
Por la causa del bien lucharé.
Mi sendero la tierra ilumina,
Con destellos de su radiante luz
La misión sacrosanta y divina
De vivir o morir por la Cruz
Llevar almas de joven a Cristo…

CANTEMOS AL AMOR DE LOS AMORES

Cantemos al Amor de los Amores
cantemos al Señor,
Dios está aquí, ¡venid adoradores,
adoremos, a Cristo Redentor!

¡Gloria a Cristo Jesús,
cielos y tierra, bendecid al señor
honor y gloria a Ti, rey de la gloria
amor por siempre a Ti
Dios del Amor!




POEMAS


La infanta jorobadita

José María Pemán


Hila, hila, que te hila,
hilaban las dos infantas.

La mayor hilos de oro
la segunda hilos de plata.

La más niña de las tres,
se distraía y no hilaba.

Sobre el faldellín de raso
ociosa la mano blanca,
los ojos claros perdidos
más allá de la ventana,
en la noche, toda llena
de estrellas y luna clara.

Con la sonrisa en los labios
la miran las dos hermanas.
Como era jorobadita
todos la menospreciaban.

Entrara, en esto, la dueña,
la dueña temblona y cana:

-¿Qué están hilando a estas horas,
mis señoras las infantas?

-Yo hilo un vestido de corte,
yo hilo un vestido de plata,
para esperar al buen príncipe,
el de la pluma de grana.

-Y mi infanta la ociosa
¿qué tiene que no hila nada?

-No espero bodas ni príncipes,
no hilo con oro ni plata.
Hilo rayos de luna clara,
sin otra devanadera
que el anhelo de mi alma.

Un vestido voy tejiendo
claro sutil como el alba.
Cuando lo tenga acabado
vendrá por mí el que me ama.
No sé si será esta noche.
No sé si será mañana.
Sólo sé que allá, muy lejos,
alguien me quiere y me llama.

Con la sonrisa en los labios
la oían sus dos hermanas.
Como era jorobadita
todos la menospreciaban.

Esto fue a la prima noche...
Cuando sonreía el alba,
murió la jorobadita,
como se muere una lámpara.

Corrió por todo el palacio
la noticia comentada.
-No vivía en este mundo.
-Era una criatura extraña.

Sus hermanas, recelando
por sus trajes de oro y plata,
preguntaban a la dueña:
-¿Qué dura el luto de infantas?

A la noche la regaron
de lirios y rosas blancas.
La sacaron de puntillas
por una puerta excusada.

Como si fuera al encuentro
del novio que ella soñaba,
iba la risa en sus labios,
la paz en su frente blanca.

Las estrellas y la luna,
la vestían de oro y plata.

José María Pemán
Poesía: Nueva antología 1917-1965


Romance sexto - El reino perdido

     
Las huestes de don Rodrigo   desmayaban y huían
cuando en la octava batalla   sus enemigos vencían.
Rodrigo deja sus tiendas   y del real se salía,
solo va el desventurado,   sin ninguna compañía;
el caballo de cansado   ya moverse no podía,
camina por donde quiera   sin que él le estorbe la vía.
El rey va tan desmayado   que sentido no tenía;
muerto va de sed y hambre,   de velle era gran mancilla;
iba tan tinto de sangre   que una brasa parecía.
Las armas lleva abolladas,   que eran de gran pedrería;
la espada lleva hecha sierra   de los golpes que tenía;
el almete de abollado   en la cabeza se hundía;
la cara llevaba hinchada   del trabajo que sufría.
Subióse encima de un cerro,   el más alto que veía;
desde allí mira su gente   cómo iba de vencida;
de allí mira sus banderas   y estandartes que tenía,
cómo están todos pisados   que la tierra los cubría;
mira por los capitanes,   que ninguno parescía;
mira el campo tinto en sangre,   la cual arroyos corría.
Él, triste de ver aquesto,   gran mancilla en sí tenía,
llorando de los sus ojos   desta manera decía:
«Ayer era rey de España,   hoy no lo soy de una villa;
ayer villas y castillos,   hoy ninguno poseía;
ayer tenía criados   y gente que me servía,
hoy no tengo ni una almena,   que pueda decir que es mía.
¡Desdichada fue la hora,   desdichado fue aquel día
en que nací y heredé   la tan grande señoría,
pues lo había de perder   todo junto y en un día!
¡Oh muerte!, ¿por qué no vienes   y llevas esta alma mía
de aqueste cuerpo mezquino,   pues se te agradecería?» 


Castilla

Manuel Machado (1874-1947)


El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
el destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- , el Cid cabalga.
Cerrado está el mesón a piedra y lodo.
Nadie responde. Al pomo de la espada
y al cuento de las picas el postigo
va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa!
A los terribles golpes,
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
ojos azules y en los ojos lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.
“¡Buen Cid, pasad...! El rey nos dará muerte,
arruinará la casa,
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El cielo os colme de venturas...
¡En nuestro mal, oh Cid no ganáis nada!”
Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita “¡En marcha!”
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al desierto, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga.