LA CASA DE MI NIÑEZ Y ADOLESCENCIA



Torre de la iglesia de San Padro 
Yunquera de Henares

LA CASA DE MI NIÑEZ Y ADOLESCENCIA

Aunque mis padres vivieron su adolescencia y juventud en Madrid una vez afincados en Yunquera, tomaron la decisión de que yo naciera en la capital. Y así sucedió en la calle del Gobernador, esquina al Paseo del Prado y justo enfrente del Jardín Botánico. La fe de bautismo quedó a mi disposición cuando tuve necesidad de ello en San Pedro El Real La Paloma.
En esta casa viví hasta los 14 años regresando en vacaciones hasta que terminé mis estudios. Aquí quedaron mis fantasías de la niñez y los recuerdos de la adolescencia. Aunque he viajado por toda España y visitado muchos países, mi arraigo está aquí, entre las paredes de esta quinta parte de la hijuela de mis bisabuelos. Para mí esta vetusta casa solamente tiene valores sentimentales, aunque es preciso señalar que dispone del brocal del pozo, perteneciente a la antigua finca cuando era una casa de labor completa. Este brocal está horadado en una sola pieza de piedra, con las huellas de la soga o cadena festoneando el anillo  del borde superior. Es de igual forma y similar tamaño del que se conserva en el baptisterio de la iglesia parroquial de San Pedro. Este tipo de piedra no se da en La Campiña de Guadalajara, luego es natural que las piedras de sillería para la construcción de la torre y de la iglesia debieron de ser traída de otro lugar, así como los pétreos brocales. En Yunquera abundan los guijarros o cantos rodados, pertenecientes al cauce del río Henares, con ellos construyeron a modo de relleno los muros de la iglesia.

RECORREIENDO LOS RINCONES DE MI CASA

LA CASA DEL ALTILLO… B

La casa que creció en la arcilla
desde la zapata hasta última teja
suele pernoctar en la conciencia con rumor a fuente.
Siempre testimonial.
Tricentenaria mudez de las estepas.

Ciudad como pesebre que me parió de madrugada...
Nutres el motor del peregrino
distante a años-luz ya sin fisuras.
Metamorfosis.
Huracanes.
Semillas que trashuman
en avidez de abra.

Mantienes calor.
Algún retazo de evangelio.
Relicario, acimut.
Jamás te acallas.

Caparazón o baúl
si arrecia el temporal
si quiebran alas.

Guarda la memoria tarde en vapores.
Siesta del fauno adolescente.

Un cuerpo semejante a ectoplasma
insinuó sin vestiduras ciertos placeres.
Paseando humanidad de trazos agudos.
Espuela y comezón.
Pedernal, sed de yesca. Causal que prende.
Quizás fiebre sin destino escribió su guion. Desdoblando personajes
hambrientos de intérpretes.
Con argumento entre líneas ni moraleja.

Perseguí al cuerpo-fantasma
por peldaños de madera.
Años que crujen.
Esqueletos de vegetal con espíritu que susurra como conjuro ..

Trepando al altillo que husmea las torres
me introduje con pasos de animal entre sus
paredes.
Muros húmedos de cal y argamasa.
Sucesión de puntales.
Bóvedas con pelambre
de telarañas.

Como una especie de Alicia que se arroja en brama al antro de los sueños.
Sin Dios ni misal.
Ya sin mordazas.

La figura andrógina.
Vital,
sutil aunque sin barreras,
condujo proa a las simientes.
Para enclaustrarse por fin en la dimensión donde baten las alas.

Recinto atemporal,
cuya magnitud no esfuma.
Recurrente moviola del celuloide
que amuebla los sitios nunca ajenos.
Cuando aúlla el despertador para vomitarnos al camino antes del alba .

© Eduardo Vladímir Fernández Fernández
(en clave de erotismo recurrente)
2013-19




























ASÍ QUE PASARAN UNAS CUANTAS DÉCADAS...


























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